Es de conocimiento y percepción común que las necesidades sexuales son muy importantes para los hombres, razón por la cual la disfunción eréctil (DE) tiene un impacto considerable en la calidad de vida de un hombre, resultando en la aparición de estrés, impotencia, depresión, ansiedad, frustración, baja autoestima y muchos otros síntomas.

Tanto los hombres solteros como los que tienen pareja estable pueden verse afectados por las repercusiones asociadas a la disfunción eréctil: la incapacidad de obtener y/o mantener la erección del pene.

La disfunción eréctil afecta aproximadamente al 5% de los hombres de 40 años y a cerca del 25% de los de 65, lo que supone un tema de debate muy delicado para ellos. Uno de los principales problemas es la falta de comunicación sobre el tema, ya que los hombres suelen sentirse demasiado avergonzados para abordar el problema y hablarlo con sus parejas o con especialistas.

Muchos hombres tienen la creencia de que tener un buen rendimiento sexual y una erección firme son las características más importantes de todo encuentro sexual. Con la aparición de los problemas de impotencia sexual, se ponen a prueba muchos valores y creencias masculinos tradicionales sobre la sexualidad. La vergüenza puede aparecer con la incapacidad de mantener una erección debido a la creencia de que los hombres deben ser capaces de satisfacer a su pareja y la única forma de hacerlo es con una erección. Si la pareja tiene expectativas similares del afectado, la situación puede empeorar.

La impotencia sexual no sólo es embarazosa, sino que con frecuencia la incapacidad de tener una erección completa asusta y provoca una gran variedad de problemas psicológicos. Es posible que sienta que ya no vale como amante o que se sienta mayor, ya que muchos hombres correlacionan el aumento de los años con la disminución de la función sexual. El orgullo masculino es una de las primeras cosas que se ven afectadas hasta el punto de que puede provocar una disminución de la intimidad con su pareja.

Según muchos psicólogos clínicos, la autoestima de los hombres depende en gran medida de su capacidad sexual. Por lo tanto, cuando se ven afectados por la disfunción eréctil, su autoestima, masculinidad y confianza también se ven afectadas.

Depresión, ansiedad y baja autoestima

Aunque la depresión y la ansiedad son muy frecuentes en los hombres con disfunción eréctil, su diagnóstico precoz es más difícil porque los hombres no suelen estar dispuestos a admitir su presencia y buscar ayuda. Esta afección médica sexual es más propensa a desencadenar estos síntomas que cualquier otro factor.

Además, la depresión y la ansiedad deben abordarse antes e independientemente del tratamiento elegido para la disfunción eréctil, ya que sus implicaciones para la salud pueden ser muy graves.

Uno de los problemas más habituales es la aparición de la ansiedad de rendimiento, que puede afectar no sólo al sexo, sino a otros aspectos de la vida. Aparece cuando los hombres temen fracasar o se avergüenzan de no poder lograr o mantener erecciones. Puede desarrollarse un círculo vicioso de ansiedad en el que el miedo anticipado a no tener una erección conduce a dificultades recurrentes para tenerla realmente.

Dado que la depresión suele responder a un desequilibrio químico del cerebro, puede tratarse con medicación, siempre que se consulte adecuadamente a un médico general o especialista.

Al igual que ocurre con muchas otras enfermedades o afecciones, un enfoque positivo con respecto a la disfunción eréctil desempeña un papel fundamental a la hora de marcar una diferencia sustancial en la forma de superarla.

Predisposición a la disfunción sexual

Otro efecto de la disfunción eréctil es la aparición de niveles de estrés cada vez más elevados relacionados con la posibilidad de volver a experimentar impotencia sexual, después de la primera vez.

Un hombre puede obsesionarse cada vez más con la idea de perder la función sexual regular, de forma permanente. Junto con una baja confianza en sí mismo, esto puede dar lugar a un ciclo interminable en el que existe la incapacidad de conseguir y/o mantener una erección durante los encuentros sexuales.

Esto podría requerir el tratamiento médico adecuado, para que el miedo a la disfunción sexual desaparezca y los hombres puedan recuperar un rendimiento sexual normal.

Terapia sexual

En el caso de los hombres que mantienen una relación sentimental estable, el manejo de la disfunción eréctil requiere paciencia, voluntad, apertura y comunicación constante por parte de ambos miembros. Se recomienda a las parejas que se centren en reforzar su intimidad e intercambiar placer utilizando otros elementos en lugar del pene.

Además, es aconsejable que los hombres se identifiquen como individuos ricos y polifacéticos, con muchos activos y habilidades que no son necesariamente exclusivos de su pene. Deben tener en cuenta que su pareja también experimentará las desventajas emocionales, como la culpabilidad, el sentimiento de rechazo, la baja autoestima, los celos y el cuestionamiento excesivo de sí misma.

La terapia sexual es una gran alternativa para las parejas, a pesar de que generalmente se cree que la disfunción eréctil se trata y cura con éxito a través de la medicina. Ambos miembros de una relación deben resolver el problema en equipo, indagando en sus sentimientos y patrones de conducta y dirigiéndose hacia una comprensión real de las múltiples raíces y aristas del problema.

El terapeuta que dirige el proceso, utilizando una comunicación bien diseñada entre el especialista y el paciente, debe hacer comprender que la DE no es un problema aislado si quiere conseguir un resultado satisfactorio.