La disfunción eréctil es una de las enfermedades más comunes entre la población masculina. Se dice que al menos 5 millones de hombres en España padecen este trastorno, y quizás el número sea mayor, ya que hay muchos que están infradiagnosticados.

Antes era difícil para un hombre acudir solo al médico para contar y hablar de su problema. Se trata de un trastorno que afecta a todos los ámbitos de la persona (biológico, psicológico y social); la vergüenza que podemos sentir al padecer esta enfermedad puede ser tan importante que afecte a nuestro estilo y calidad de vida.

La disfunción eréctil se define como la incapacidad para lograr una erección mantenida en el tiempo o que no le permite disfrutar de sus relaciones sexuales. Cualquier hombre del mundo puede padecerla, independientemente de su edad.

¿Cómo se produce la disfunción eréctil?

En condiciones normales, existe un factor importante para el desarrollo de la disfunción eréctil: el endotelio vascular. Esta capa interna de las arterias es responsable de producir una molécula clave en el desarrollo de una erección llamada óxido nítrico. Se trata de un potente vasodilatador responsable de aumentar el flujo sanguíneo hacia el pene.

Cuanta más sangre llega al pene, más crece. Al aumentar su volumen, las venas se comprimen, creando un estado denominado “estasis sanguínea”, en el que la sangre no fluye sino que se acumula. Es la famosa erección.

El problema es que suele haber lesiones en este endotelio vascular (sobre todo en causas orgánicas) que no permiten la liberación adecuada de óxido nítrico. Por lo tanto, no es posible una erección con un flujo sanguíneo normal.

Además, es necesario un estímulo sexual inicial para que el cerebro envíe una señal al endotelio vascular para que libere óxido nítrico. En los problemas psicológicos, en los que existe una disminución de la libido o una falta de respuesta sexual, puede resultar difícil conseguir el estímulo necesario para iniciar una erección.

Un estilo de vida para combatir la disfunción eréctil

Son muchas las medidas que podemos tomar para superar la disfunción eréctil. Lo más importante es pensar en disminuir o evitar todos aquellos hábitos que afectan a nuestro endotelio vascular. Conozcamos más sobre cada uno de ellos:

Ejercicio

Así es, esta es la mejor manera de mejorar la circulación y permitir que más nutrientes y antioxidantes lleguen a los sectores más afectados por la disfunción eréctil. Recordemos que se trata de un trastorno caracterizado por la falta de vascularización, por lo que aumentar el flujo sanguíneo siempre será una buena idea.

Además, la cantidad de óxido nítrico y otras hormonas liberadas durante el ejercicio pueden mejorar nuestra capacidad para lograr una erección.

Cuanto menos ejercicio haga, más riesgo tiene de sufrir alguna complicación cardiovascular, que es la causa más frecuente de disfunción eréctil. Recordemos que el sedentarismo y otros factores de riesgo, como el sobrepeso, forman parte de un amplio cuadro de alteraciones que pueden facilitar la aparición de la disfunción eréctil. No descuidemos nuestro cuerpo.

Las recomendaciones más importantes son que debemos hacer ejercicio cinco veces al día durante al menos una hora. Debemos duplicar nuestra frecuencia cardiaca, aunque en personas con algunas enfermedades basales este aumento puede ser menos exigente.

Cuanto más ejercicio, menos riesgo, menos acumulación de grasa y menos daño endotelial. Todo ello sólo nos ayudará a alcanzar un punto común: una mejor erección.

Dejar de fumar

El tabaco causa una complicación llamada alteración endotelial. Las diversas toxinas liberadas por el tabaco afectan a la capa interna de nuestras arterias a través de una reacción denominada “estrés oxidativo” y provocan lesiones directas. Algunas moléculas del tabaco pueden inhibir la liberación de óxido nítrico e incluso suprimir la vasodilatación.

Debemos evitar fumar si queremos recuperar nuestro rendimiento sexual. Este es quizás uno de los hábitos más perjudiciales porque no sólo influye en nuestra erección, sino que también limita nuestra capacidad pulmonar y nuestro rendimiento físico, por lo que no podemos rendir bien en la cama. Lo mejor es evitar fumar y buscar hábitos menos nocivos, incluso probar bolígrafos vapeadores u otros dispositivos para dejar de fumar.

Este es un efecto totalmente demostrado por la ciencia y hay muchos estudios que lo corroboran. A veces lo único que debemos hacer es prestar atención a nuestro cuerpo.

Adiós al estrés

Como ya se ha mencionado, la esfera psicológica también puede formar parte del desarrollo de la disfunción eréctil. El estrés es uno de los factores de riesgo más importantes. De hecho, puede limitar las erecciones incluso cuando el pene se encuentra en buen estado general, sin daños endoteliales.

Hay muchas terapias conductuales que favorecen nuestro control sobre el estrés, pero todas tardan mucho en funcionar. A veces es mejor acudir al psicólogo para que nos analice y resuelva el conflicto basal que nos está generando tanto estrés.

Recordemos que para que se produzca una erección, debe haber un estímulo sexual inicial. Muchas veces, no podemos lograrlo porque nuestra mente está activa, pensando en nuestra carga diaria y liberando hormonas negativas a nuestro cuerpo. Además, cosas como “sentir que no somos capaces” o “defraudar a nuestra pareja” pueden bloquearnos debido al estrés y limitar nuestra actividad sexual.

Deja el alcohol

Al igual que ocurre con el tabaco, el alcohol puede alterar el endotelio vascular, causando daños directos e indirectos e impidiendo la erección. Debemos recordar que si no podemos liberar todo el óxido nítrico que necesitamos, no podremos aumentar el volumen del pene.

Algunos estudios mencionan que el alcohol también podría impedir la acción directa del óxido nítrico, ya que sólo relajaría el pene y los músculos adyacentes, impidiendo que se produzca una erección. Sin embargo, todos estos efectos pueden evitarse si se deja de beber, o si no se bebe al menos 24 horas antes de mantener relaciones sexuales (en un consumidor de alcohol no crónico).